sábado, 23 de abril de 2011

Unas pocas palabras valen más que cualquier imágen

-Eran como carros de supermercado -dijo ella- esos changos del Coto, pero más altos. Cabía una persona parada, Bah, no tan altos. Las personas eran todas chinas. Iban ahí, derechitas, con los brazos a los costados del cuerpo. Las más osadas enganchaban tímidas los dedos del enrejado del carro. Andaban por acá y por allá, a toda velocidad, y sólo se detenían al llegar a las vías. Ahí quietísimas esperaban a que terminaran de pasar los enormes edificios. Esas especies de monoblocks que se deslizaban sobre los rieles, con todo y sus habitantes asomados a las ventanas, viendo cambiar el paisaje y puteando cada tanto por alguna camisa que se soltaba de la cuerda e iba a parar allá, a engancharse del alambrado que rodeaba la omnipresente Central Atómica.

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