lunes, 2 de junio de 2014

Misión cumplida

Estaba en Buenos Aires, pintando la cuna para Vicente, que viene pronto. Talía me llama y me cuenta, que no me preocupe que parece que está todo bien. Y le suena el celular, y es Jimena que está en el sanatorio con Papá. Y así como él quería, con sus tres hijos en línea, mi papá se fue.
Mi papá era bueno porque hacía todo lo contrario de lo malo.
Cuando estaba con un hijo sólo hablaba (a escondidas) de los otros dos: -Que Talía es una fiera, que se pone al hombro su familia y se lleva todo puesto; que tiene un corazón enorme. Y Jimena, que es puro talento, pero talento con esfuerzo -aclaraba- y que se desvive por sus sobrinos, que no hay frase que diga en la que no nombre a alguno.
Y yo siempre me quedaba con las ganas de saber qué pensaba de mí.
Un día a Talía se le escapó que Papá decía que yo era brillante. Y sinceramente eso me cambió la vida.
Yo tengo muy claro que no soy brillante; Hago lo que puedo, y en un punto fue él quien me enseñó que eso es más valioso que ser brillante, pero desde ese día mi vida cambió y me di cuenta que mucho más importante que ser brillante es que tu Papá crea que los sos.

Papá me enseñó a ser hijo y a ser hermano. Después me enseñó a ser padre, y ya al final, casi a escondidas, como hacía él todo me fue explicando cómo iba a tener que ser cuando fuera abuelo. Él me enseñó a ser hombre, pero por partes, como si no quisiera que me diera cuenta de lo que estaba haciendo. Porque cuando yo quise estudiar arquitectura él me dijo que era lo mejor que podía hacer; después me apoyó cuando quise ser dibujante. Y cuando me fui del País, y cuando quise ser escritor y así con cada una de las cosas. Porque Papá quería que sus hijos fueran libres, y sabía que cualquier cosa que uno haga es grandiosa cuando el que la hace es bueno.

Papá tenía una forma de ayudar que nunca vi en mi vida, y eso es algo que me gustaría aprender: Papá te ayudaba haciéndote creer que eras vos el que lo estaba ayudando a él.

Papá no era de esos tipos capaces de llevar adelante epopeyas, ni grandes proyectos ni nada que con los años el mundo recuerde. Porque él no podía dejar de mirar a su familia. Él madrugaba para que nosotros durmiéramos un poco más, él se comía primero lo que había sobrado del día anterior, por las dudas; él me enseñó cómo traer las bolsas de la feria: dos de cada lado, para repartir el peso. Pero igual las seguía trayendo él. Él se me puso al lado cuando yo la pasé mal, sin invadirme, sin decirme lo que tenía que hacer. Esperándome cada noche con la comida, para que los dos hombres de la familia, tan solos y tan desarraigados comieran algo caliente y se pudieran dar un beso antes de irse a dormir. Y cuando me arregló la vida dijo que ya no me quería molestar más y que se iba a joder a sus hijas. Y les iluminó las vidas a ellas también.

Joselo dijo que la Biblia dice que robusto es quién vive ochenta años.

Mi Papá es un tronco más grueso de lo que él mismo podía creer. Tanto que sus tres ramas parecen árboles y que las ramas que de allí salen van camino a tener el grosor de un ombú.

Lo único bueno de todo esto fue darme cuenta que Talía, Jimena y yo somos la misma persona, y que los tres somos Papá.

Yo siempre le digo a Celeste que por algún tipo de manipulación genética a mí me anularon la capacidad de extrañar. Al final parece que no, y lo bueno es que lo voy a extrañar por que sí y no porque haya dejado algo pendiente, porque él se fue dejando todo bien hecho.

Misión cumplida, Papi. Sabés cuánto te quiero.

1 comentario:

  1. Gonza querido! muy triste por tu perdida, me llevo el mejor recuerdo de Pepe, siempre tranquilo, siempre practico y dispuesto a dialogar y compartir... te mando un abrazo enorme y que sea luz todo! te quiero mucho!

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